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Memorias (a)puntadas, nuestro lugar en la historia 

Textos: Participantes del taller de arpilleras

Fotografías: Claudio López

Las arpilleras son paños bordados que, desde la dictadura, mujeres elaboraron como forma de denuncia y terapia. Al alero de la Iglesia, hacia 1975, aprendieron a hacerlas y luego continuaron bordando en un silencio clandestino, muchas veces de noche a la tenue luz de una vela. La Vicaría de la Solidaridad las llevó al extranjero, y con ello, se volvieron un sustento para muchas familias. La técnica se transmitió en los barrios a través de susurros, y así mismo, de generación en generación.

 

Las arpilleras retratan vivencias a las que se les cuela el tiempo de la memoria entre las puntadas.

 

La siguiente selección corresponde a algunas arpilleras expuestas en la exhibición Memorias (a)puntadas, nuestro lugar en la historia, fruto del desarrollo de un taller llevado a cabo por arpilleristas de la Región Metropolitana. En estas piezas se retratan sus memorias y recuerdos en torno a la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.

Arpillera Catáloga Revista
Arpillera Catáloga Revista
Arpilleras Catáloga Revista
Arpilleras Catáloga Revista
Arpilleras Catáloga Revista
Arpilleras Catáloga Revista

"Cuerpos en el Río Mapocho"

Autora: Camila Milenka

En dictadura, el Río Mapocho se convirtió en un símbolo de muerte, represión, violencia. Una de las estrategias de la Junta Militar para instalar el miedo fue depositar los cuerpos asesinados en espacios públicos, como los ríos. El Mapocho es conocido por su pequeño cauce, lo que significó que los cuerpos se asentaran en las orillas, entre rocas y residuos; siendo hallados por habitantes de poblaciones aledañas al río.

 

El río, que fue un cuerpo de agua sagrado para los pueblos prehispánicos que habitaron el Valle, con la dictadura cambió su sentido. ¿Qué es para nosotras hoy el río?

"Golpe a la cultura"

Autora: Zuni Alfaro Astorga

Tras el Golpe de Estado de 1973, la Junta Militar anunció nuevas políticas culturales, declarando la ocupación y clausura de la Editora Nacional Quimantú, el saqueo de bibliotecas y la quema de libros, revistas, archivos fotográficos y registros musicales considerados subversivos, todo como parte de una campaña destinada a aniquilar la resistencia al nuevo régimen.

 

Con estas acciones se da inicio al desmantelamiento cultural en Chile, donde toda expresión literaria y artística fue considerada como “un enemigo que debía ser derrotado desde su base”, una de oscurantismo, censura y pérdida de la memoria histórica. Un Golpe a la Cultura.

"Los desaparecidos de Valparaíso"

Autora: Elizabeth Chaparro Espinoza

Tras la secundaria, me trasladé a Valparaíso para continuar mis estudios. El puerto ejercía en mí una gran fascinación y nostalgia, en ese escenario me sorprendió el golpe.Estaba en una relación, corta, pero importante. La ciudad se acordonó, y no nos encontrábamos. Un día recibí un papel. "Anda a la cárcel de Valparaíso, ahí está Manuel" decía. Fui, y afuera leían una lista de quienes podían recibir visitas. Sólo una vez pude verlo, me dijo “cuídate” y poco más.

 

Volví una y otra vez a esa cárcel sin éxito. No lo volví a ver nunca más. Nunca más.

"Vuelos de la muerte, 1976"

Autora: Ana María Fernández

Mi marido fue a su trabajo a buscar los regalos de navidad y no volvió, los niños tenían tres y cinco. Lo tomaron preso por ser de apellido Corvalán. Le pedí ayuda a mi padre policía, pero se negó. Me da pena sentir rencor aún. Mi marido aparición 15 días después, lo torturaron dejándolo hincado y lo alimentaron con comida podrida y heces humanas. Hasta hoy me carga la navidad y él no sale ese día.

 

Pero de eso no pude hablar, así que hice mi arpillera de otros sufrimientos, como el de cuando se tiraron cuerpos al mar.

"La gran toma de terreno. Campamento Juan Francisco Fresno"

Autora: Sara Henríquez Pinto

Hubo dos tomas en dictadura: la Población Silva Henríquez y el Campamento Fresno, ambos de 1983. Yo llegué a Fresno y me quedé con orgullo, porque lo levantamos entre mujeres. Nosotras, con el apoyo de un sacerdote y un asistente social, hicimos las ollas comunes, la Casa de la comunidad, el Centro de Salud y el Centro de Educación Juvenil. Nos dijeron comunistas y marcaron nuestras puertas con una cruz roja, pero había que ayudarse. Éramos más de 1.700, y las condiciones muy difíciles. Los niños morían del frío. Fuimos como una gran familia.

"El hambre es muerte. Nosotros queremos vivir"

Autora: Aida Moreno

La Olla Común fue la alternativa en la defensa de la vida. Las mujeres nos organizamos apoyadas por la Vicaría de la Solidaridad, para dar respuesta al hambre que tocaba duramente nuestras puertas, de tal manera que algunas compañeras que estaban con depresión y tratamiento con Diazepam, en su desesperación les estaban administrando Diazepam a los niños para que no pidieran más comida. La Olla Común fue la defensa de la vida y los Derechos Humanos.

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